Palestinos hacen colas para recibir alimentos en una cocina de caridad improvisada, en la ciudad de Rafah, al sur de Gaza
Palestinos hacen colas para recibir alimentos en una cocina de caridad improvisada, en la ciudad de Rafah, al sur de Gaza

WASHINGTON (AP).— Israel acordó establecer pausas humanitarias diarias de cuatro horas en su ataque contra Hamás en el norte de Gaza, dijo ayer la Casa Blanca, mientras el presidente Joe Biden presionaba a los israelíes para que realizaran un paro de varios días en los combates en un intento de negociar la liberación de los rehenes retenidos por el grupo militante.

Biden había pedido al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que instaurara pausas diarias durante una llamada telefónica el lunes y dijo que también había pedido a los israelíes una pausa de al menos tres días para permitir negociaciones sobre rehenes.

“Sí”, dijo Biden, cuando se le preguntó si había pedido a Israel una pausa de tres días. “He pedido una pausa aún más larga para algunos de ellos”. Añadió que “no había posibilidad” de un alto el fuego formal en este momento y dijo que “había tardado un poco más” de lo que esperaba que Israel aceptara las pausas humanitarias.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, dijo que ayer se anunciaría una pausa humanitaria diaria y que los israelíes se habían comprometido a anunciar cada ventana de cuatro horas con al menos tres horas de antelación.

Israel, dijo, también estaba abriendo un segundo corredor para que los civiles huyeran de las áreas que son el foco actual de su campaña militar contra Hamás, con una carretera costera que une la principal carretera norte-sur del territorio.

Se agrava la crisis

En Gaza la situación se agrava cada vez más. Estallan peleas a puñetazos en las filas para conseguir pan. Los residentes esperan horas por un galón de agua salobre que los enferma. La sarna, la diarrea y las infecciones respiratorias arrasan los refugios superpoblados, y algunas familias deben elegir quién come.

“Mis hijos lloran porque tienen hambre y están cansados y no pueden al baño”, dijo Suzan Wahidi, trabajadora humanitaria y madre de cinco hijos en un refugio de la ONU en la ciudad de Deir al-Balah, donde cientos de personas comparten un solo baño.

Con la guerra entre Israel y Hamás en su segundo mes y más de 10,000 personas muertas en Gaza, los civiles atrapados luchan por sobrevivir sin electricidad ni agua corriente.

Los palestinos que lograron huir de la invasión terrestre de Israel en el norte de Gaza ahora afrontan escasez de alimentos y medicinas en el sur, y no se vislumbra un final para la guerra.

Más de medio millón de desplazados se han hacinado en hospitales y escuelas de la ONU convertidas en refugios en el sur. Las escuelas (superpobladas, llenas de basura y plagadas de moscas) se han convertido en un caldo de cultivo para enfermedades infecciosas.

Desde el comienzo de la guerra, varios cientos de camiones con ayuda han entrado en Gaza a través del cruce sur de Rafah, pero las organizaciones de ayuda dicen que es una gota en el océano de la necesidad.

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