Joaquín Díaz Mena tiene todo para ser un gobernador débil, títere y manipulado por Claudia Sheinbaum y Mario Delgado, y eso hará que no pueda tomar ninguna decisión importante, sin consultarles antes a ellos”, opina el analista político Luis Ramírez Carrillo.

Este escenario, explica, ya lo habíamos visto antes en Yucatán, cuando hace años se decía que había tres gobernadores: el de Palacio, el de Cordemex y el de Banrural.

Los gobernadores de entonces, como Manzanilla Schaffer, el general Alpuche e incluso Luna Kan y Loret de Mola, recuerda, compartían el poder con los titulares de dependencias federales y con el director de Cordemex, aunque Cervera Pacheco fue la excepción, porque era un gobernador fuerte.

“Lo que digo es que ahora este escenario se vuelve a plantear como la primera posibilidad para ‘Huacho’, y es un escenario real”.

En la tercera parte de la entrevista con el Diario, Ramírez Carrillo advierte que otro reto para el próximo gobernador morenista será la integración de su gabinete, lo que implicaría, según el entrevistado, la multiplicación de funcionarios federales, impuestos desde el centro, con autonomía y poder frente al gobernador.

Delegados federales serían una intromisión al nuevo gobierno

Eso le irá restando poder efectivo a Díaz Mena, quien tendrá que consultar hacia arriba las decisiones importantes y también hacia los lados y hacia abajo, agrega el analista e investigador.

“Habrá, repito, mucha gente con autonomía operando dentro de su gobierno y veremos a funcionarios federales externos, como ese personaje tabasqueño (Raúl Ojeda Zubieta, delegado de Morena en Yucatán), que prácticamente tomó decisiones en la campaña.
“Así como él vendrán muchos más, digamos que a decidir sobre la política yucateca”.

En un momento dado, prosigue, esos funcionarios federales ocuparán todas las áreas relacionadas con el Tren Maya, la ecología, el turismo y la seguridad pública dentro de territorio yucateco.

Más gente y menos trabajo

Ramírez Carrillo advierte: “nos van a inundar de ‘huaches’ y eso le va a caer mal a muchísima gente, en un estado donde somos fuertemente regionalistas, xenófobos”.
Explica que la llegada de funcionarios de fuera provocará que en el gobierno de Díaz Mena “no haya lugar para todos los priistas y para los demás que le chambearon en la campaña”.

No habrá empleo para todos y aunque muchos puedan quedarse, de todos modos las plazas no serán suficientes y menos si éstas deberán compartirse con gente de fuera.
“Por eso pienso que en este escenario ‘Huacho’ Díaz enfrentará el riesgo de perder autoridad central, capacidad operativa como gobernador del Estado”.

La dependencia de Díaz Mena con el centro se explica, de acuerdo con el entrevistado, porque “no las tiene todas consigo para crear un movimiento morenista fuerte e independiente”. Y nos las tiene, dice, porque lo que hizo en la campaña lo hizo de la mano del PRI, además de que tiene la oposición de los morenistas antiguos y está hipotecado a Claudia Sheinbaum Pardo.

Estos elementos hacen muy difícil para “Huacho” centrarse en la construcción de su figura, de una fuerza propia como gobernador, como lo hizo Víctor Cervera en cierto momento, o como lo quiso hacer Mauricio Vila, “tibiamente, porque le ganó el negocio”, aunque de cualquier forma logró construir su red y su fuerza, explica Ramírez Carrillo.

En ese sentido, añade, “no creo que Díaz Mena pueda hacerlo en las condiciones en que llega. Está atado de manos al PRI y al centro, y tiene a los morenistas de viejo cuyo en contra, es decir, tiene problema de legitimidad interna, todavía”.

Triunfar en los comicios del dos de junio y ganar todo lo que vimos pone a “Huacho” como un rey, afirma el entrevistado, pero dentro de un mes, ya superada la elección, empezarán las discusiones sobre el reparto de los puestos y sobre el uso del dinero, y luego vendrán los reclamos de “por qué no me toca y por qué a mí no me das, etcétera”.

Esta situación durará los próximos tres años, tiempo en el que vamos a ver “cuán capaz es Díaz Mena de construirse a sí mismo, como hombre de estado, o cuánto queda agarrado de los cojones”, afirma Ramírez Carrillo. (Continuará).

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