El 9/11 no se olvida. En un 11 de septiembre, pero de 2001, hace 22 años, Estados Unidos sufrió el mayor atentado terrorista de su historia, con casi tres mil muertos. Las Torres Gemelas de Nueva York quedaron reducidas a escombros tras el impacto de dos aviones de pasajeros, secuestrados por un comando de Al Qaeda. El Pentágono, en Washington, fue impactado por otra aeronave y un cuarto avión se estrelló en Pensilvania.

El rostro de terror e incertidumbre de una muchedumbre que huía sin rumbo, alejándose del sur de la isla de Manhattan, muchos a través de la Quinta Avenida, muchos descalzos y sin mirar atrás, ha acompañado a muchos durante veinte años.

También la imagen de otros, que detuvieron su carrera y lloraban sin consuelo, desmoronados, impotentes, sentados frente a edificios, a un paso de la estación Grand Central, donde muchos llegaron en un intento baldío por salir de la ciudad.

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11 de septiembre de 2001 el mayor atentado terrorista

El 11 de septiembre del 2001, un día soleado en que se celebraban primarias demócratas en Nueva York para elegir a su candidato a la alcaldía, una noticia paralizó la ciudad que apenas comenzaba la rutina de trabajo: un avión se había estrellado contra una de las icónicas Torres Gemelas de 110 pisos, en lo que al principio se creyó que había sido un accidente.

Y cuando aún la ciudad no se recuperaba del estupor, sus habitantes vieron horrorizados cómo otro avión chocó contra la torre sur, diecisiete minutos después del primero, en momentos en que miles de personas estaban en sus centros de trabajo en el complejo popular y turístico del World Trade Center, en el Distrito Financiero de la Gran Manzana. Entonces las dudas se despejaron: no se trataba de un accidente. Era un atentado, describió Ruth E. Hernández Beltrán, periodista que vivió en carne propia ese día, en una crónica para la agencia EFE.

A propósito del 11S, EFE hace una recopilación en viva voz de quienes estuvieron en la Zona Cero.

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Testimonios de los atentados del 11 de septiembre de 2001

John Feal: “Aquel olor me perseguirá el resto de mi vida”

Doce horas después del derrumbe, John Feal corrió hasta la primera línea de la Zona Cero y dio lo mejor de sí como supervisor de demolición durante cinco días y medio, hasta que sufrió un aparatoso accidente cuando una viga de metal de casi 4 toneladas le cayó en un pie, tras lo que pasó once semanas hospitalizado.

“Los trabajadores no uniformados, miembros de sindicatos, comerciantes, electricistas y fontaneros comunes superamos en número a los policías y bomberos, cinco a uno. Hoy seguirían limpiando la Zona Cero si no fuera por esos hombres y mujeres que llegaron, ciudadanos de a pie, y pusieron su salud a un lado”, reivindica.

“Nunca olvidaré el olor, el olor me perseguirá el resto de mi vida y por eso probablemente no duermo mucho, pero elijo recordar lo bueno, la empatía, la humanidad”, apunta. “Dejamos a un lado los títulos, ideologías, afiliaciones políticas, agendas, color de piel, religiones, y nos convertimos de nuevo en seres humanos”.

De cara al vigésimo aniversario, lamenta que el mundo haya perdido la habilidad para “conectar” con los demás y pide recuperar aquel espíritu: “Que solo recordemos a quienes perdimos, esa deuda terrible por la violencia sin sentido. Y que recordemos a quienes seguimos perdiendo por sus acciones heroicas”.

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Luz Garate: “El 11S cambió por completo mi vida”

Trabajaba como limpiadora en las oficinas del número 5 del World Trade Center, pero la mañana del 11 de septiembre, día electoral, Luz Garate estaba ayudando como voluntaria para su sindicato unos bloques más al norte, en el barrio de Tribeca, donde pronto empezaron a llegar personas cubiertas de ceniza entre sirenas de ambulancia.

“En ese entonces yo me sentía inútil, no podía hacer nada (…) y pensaba en las personas que estaban adentro, compañeros, los que trabajaban en el día, ‘tenants’ (inquilinos) que conocías y son cercanos a uno… Yo trabajé 13 años en esos edificios”, dice sobre aquel día del que asegura no haber hablado en mucho tiempo.

Su sindicato, SEIU32BJ, convirtió sus instalaciones en un “centro de crisis” durante semanas para localizar y ayudar a sus miembros. Fallecieron 24, y miles perdieron sus empleos.

Garate asegura que vivir el 11S cambió su vida “completamente“, sobre todo en lo referente “a la ayuda al prójimo, no solo con los compañeros, sino de buscar un cambio y justicia social, tanto en lo económico como la racial”, por lo que en ese sentido agradece la “oportunidad” que le dio el sindicato para unirse a sus filas.

Hoy líder de distrito en Nueva Jersey, la sindicalista hace balance y sostiene que las familias “han sufrido mucho” y se “debería conocer la historia”, pero critica que se hayan perdido tantas vidas “por una guerra que no nos ha llevado ni nos va a llevar a nada”.

11 de septiembre de 2001
Fotos: El Servicio Secreto de Estados Unidos compartió fotos inéditas https://www.secretservice.gov/september11

Lila Nordstrom, una de los 300 mil que se enfermaron por la toxicidad del aire

El 11 de septiembre de 2001, Lila Nordstrom era una estudiante en su tercer día de clases en el Instituto de Stuyvesant, en el bajo Manhattan. Notó el suelo temblar, escuchó una enorme explosión y desde la ventana observó una “bola de fuego” en lo alto del World Trade Center.

“Acabé entre la estampida de gente que iba hacia el norte”, relata Nordstrom, quien volvería al aula pocas semanas después por una “decisión política”, critica, que marcó su salud y la de toda una comunidad que acabó desarrollando problemas a consecuencia de la toxicidad del aire cerca de la Zona Cero.

Nordstrom se volcó en el activismo y creó la organización StuyHealth junto a un compañero diagnosticado con linfoma -tuvo varios- para reivindicar el derecho de los niños, particularmente los escolarizados en el área, a ser incluidos en las compensaciones para gastos médicos como las que recibían los equipos de emergencias.

“No tenemos acceso a la narrativa del heroísmo, como los primeros intervinientes. Solo somos víctimas de una mala política”, explicó, calculando que “hay entre 300,000 y 400,000 personas que encajan con el criterio federal” para pedir ayudas por haber desarrollado enfermedades relacionadas con el 11S.

Dos décadas después, no le preocupa tanto que las nuevas generaciones recuerden la historia de los ataques como que aprendan “que pueden y deberían defender sus intereses cuando se conviertan en víctimas de una gran crisis”, concluye.

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¿Qué pasó con Estados Unidos tras el 11 de septiembre?

Los atentados del 11-S generaron una profunda crisis existencial en Estados Unidos, que reaccionó como un “animal herido” (según el historiador y psicólogo Charles Strozier), y se embarcó en una pantanosa guerra contra el terrorismo que acabaría por acelerar su declive como superpotencia global.

Aunque ya pasaron 20 años, el recuerdo del 11 de septiembre de 2001 sigue vivo en la conciencia colectiva del país, en forma de incertidumbre sobre su lugar en el mundo, frustración por las guerras perdidas en Oriente Medio y luto por el sueño de invulnerabilidad que terminó con los atentados.