Eduardo Huchim Omnia
Eduardo R. Huchim, periodista.

La contundencia del triunfo de Morena en la elección presidencial se amplió a la legislativa. El electorado morenista entendió el mensaje de la candidata Claudia Sheinbaum de votar “todo Morena”, en particular por diputados federales y senadores, para darle continuidad a la Cuarta Transformación o 4T.

En el ánimo de muchos votantes que sufragaron de ese modo probablemente pesó el recuerdo del férreo rechazo de la oposición a las iniciativas presidenciales que requerían reforma constitucional. El “no pasarán” de los oposicionistas tuvo trasunto en la realidad y no pasaron las iniciativas de AMLO que implicaban reformas constitucionales, pues éstas requieren mayoría calificada (dos tercios de los legisladores presentes), es decir, sufragios de legisladores opositores.

El voto masivo por Morena en 2024 le dará la mayoría calificada a este partido y a sus aliados, PVEM y PT, en la Cámara de Diputados, pero al parecer la alianza morenista se quedará en la orilla y no la tendrá en el Senado, aunque es posible conseguir los senadores faltantes para completarla.

Lograr la mayoría calificada garantiza gobernanza, estabilidad política y avance del proyecto “cuatroteísta”, pero también implica el gran riesgo de que la mayoría ignore a las minorías legislativas y el gobierno aplique políticas o medidas autoritarias. Tengo para mí que el autoritarismo no ocurrirá, pero el riesgo es inocultable.

Una vez que las urnas hablaron, otras voces se han levantado para regatearle a Morena y aliados el número de legisladores que constitucional y legalmente les corresponde. Alegan violaciones que solo existen en sus mentes, mentes que no terminan de digerir la contundencia de la victoria morenista. Una de sus pretensiones es que los 8 puntos porcentuales de sobrerrepresentación permitida son aplicables a la coalición como si fuera un solo partido, porque alguna vez así se dispuso en el abrogado Cofipe, pero esa disposición ya no existe. La normatividad constitucional sobre diputados de representación proporcional (Art.54) se refiere en todo momento a los derechos y restricciones de los partidos. No menciona a las coaliciones.

Se ha argumentado también que, para obtener más legisladores plurinominales, Morena registró a militantes suyos como candidatos de otros partidos. Es probable que así haya sido, pero tal cosa no está prohibida legalmente. Además, por acuerdo del INE, próximamente se hará la revisión de la “militancia efectiva” como ya se hizo en 2021, es decir, se verificará que los candidatos pertenezcan realmente a los partidos en que dicen militar. Ahora bien, a la hora de integrar los grupos parlamentarios, los legisladores quedarán en libertad de adscribirse al grupo que ellos decidan.

Importa precisar que la sobrerrepresentación y la inequidad consecuente no son obra de Morena. Son anteriores a la fundación de este partido y de ella se han beneficiado tanto el PRI como el PAN en otros sexenios. ¿Es ético cuestionar ahora lo que antes se aceptó?

Aunque frecuentemente se dice que nadie vota por los 200 diputados de representación proporcional (RP) o plurinominales, la verdad es que todos los electores votan por ellos y lo hacen al momento de sufragar por los diputados de mayoría relativa (MR). Ahora bien, ¿cómo se hace la asignación de los 200 diputados de RP?

El procedimiento, en lo general, es el siguiente:

Primero se define el “costo” de una curul o diputación de RP (formalmente llamado cociente natural, que es el resultado de dividir la votación nacional efectiva entre 200). Como el país está dividido en cinco circunscripciones, a cada una le tocan 40 diputados de RP, que son seleccionados de acuerdo con las listas de los partidos contendientes.

Una vez definido el “costo” de cada diputación, se revisa la votación de cada partido para determinar cuántas curules puede “comprar” y, obviamente, los partidos que tienen más votos pueden adquirir más diputaciones en esta primera ronda.

Generalmente ocurre que a los partidos les quedan votos remanentes (resto mayor) después de la primera ronda. Es decir, no tienen suficientes votos para “comprar” diputados al “precio” original, pero como quedan curules por asignar, el proceso entra en una suerte de subasta al mejor postor, es decir, los “compradores” serán quienes tengan remanentes (restos mayores) más grandes. De ese modo se hace la asignación de diputados restantes, hasta agotarlos.

El resultado es que los partidos más votados pueden “comprar” más curules, aunque su proporción de diputaciones rebase su porcentaje de votación. Esta evidente inequidad puede alcanzar hasta 8 puntos porcentuales para cada partido y ello, obviamente, repercute en subrepresentación de los partidos menos votados. Habrá ocasión de ampliar el tema posteriormente.— Ciudad de México.

Periodista

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