Manuel Paredes Lara recibe un reconocimiento de manos de Melba Méndez Rosado, quien hizo su carrera guiada por el “Colorado”
Manuel Paredes Lara recibe un reconocimiento de manos de Melba Méndez Rosado, quien hizo su carrera guiada por el “Colorado”

Por Melba Méndez Rosado

Han pasado muchos años desde que vimos por última vez a un hombre sencillo, callado, pero muy comprometido, dando indicaciones a su equipo y ponerse “colorado” en un partido reñido, y luego, alzarse con el triunfo y decir: “el que tiene la onza la puede cambiar en cualquier momento”, o en una derrota: “no hay equipos invencibles, solo consistentes, ustedes ya son unos triunfadores”.

Siempre luchando, dando tu tiempo, tu esfuerzo, tu conocimiento, para plantar semillas en esta máxima casa de estudios, y así surgieron: los campeonatos de Invitación, la Liga del Sureste, el Cipeba y tantos proyectos que fueron tus sueños, mas hay algo importante que debo decir: tú fuiste el primero en dignificar a las mujeres. Decías: “Ustedes no deben ser preliminares de los varones, ustedes deben tener su lugar”, y así creaste la Confebasu y dedicaste tus últimos años dirigiendo al femenil. ¡Gracias por eso maestro, por eso estamos aquí!

Fuiste un pionero, un visionario y para eso se necesita “valor” y ¡tú lo tuviste, entrega, y tú lo diste todo! Luchaste por tus sueños y nos enseñaste que todo se puede lograr cuando te preparas, enfrentas los obstáculos y tienes el corazón lleno de fe.

Es aquí y ahora que tu obra da frutos y te eleva a lo más alto para recibir el merecido reconocimiento de la Universidad Autónoma de Yucatán, “tu casa”, a la que diste tantos hijos, ciudadanos de bien.

“Manuel Jesús Paredes Lara”, el “Colorado”, es el nombre que llevará desde ahora el Centro Deportivo Universitario, nombre que lleva implícita la “Paternidad” que se te reconoce en la historia de nuestra amada Universidad, y, que trae a la mente el recuerdo de aquellos momentos compartidos en nuestra “Cancha Central” que fue testigo de tu trabajo, de tus logros y de tus lágrimas… esa cancha que fue “también nuestra casa” y nunca la olvidaremos.

A partir de hoy, las nuevas generaciones de universitarios y los deportistas que vengan aquí, sabrán de un gran hombre, de un gran ser humano, modesto y sencillo, que tuvo el valor de darlo todo, que apostó su vida por el básquetbol y hoy se levanta, como un cedro del Líbano, triunfante y orgulloso, porque se ha ganado el reconocimiento de todas las generaciones y que entra a la historia como el “padre del básquetbol universitario”.

Los que tuvimos el privilegio de ser tus alumnos, solo podemos decirte: Gracias, infinitas gracias porque nos permitiste ser parte de tu historia, porque no fue solo basquetbol lo que aprendimos contigo, nos diste verdaderas lecciones de vida, y por eso tus palabras y tú ejemplo siempre los llevaremos en el corazón.

¡Dios te bendiga, querido “Profe”, por todo el bien que nos has hecho!

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